Wednesday, June 17, 2009

Isabel Toledo


Hay algo de injusticia en toda la atención que Isabel Toledo ha recibido en las últimas semanas, después de que Michelle Obama, la flamante nueva Primera Dama de Estados Unidos, eligiera uno de sus diseños para acompañar a su marido en su ceremonia de inauguración presidencial. Ese conjunto de vestido y tapado en encaje de lana suizo color ‘lemongrass’- admirado por muchos, criticado por algunos- fue la puerta de entrada de Michelle al mundo de la moda americana, donde ha sido recibida con tanto entusiasmo como esperanza.
“Su elección (de guardarropa) proyecta una actitud mas moderna, simple y clara, rechazando la ridícula idea de que la única forma que una Primera Dama puede vestirse es con ese detestable uniforme de la Casa Blanca, un traje anónimo, cuadrado, que siempre se las ha arreglado para parecer tan atractivo y cómodo como una armadora’, escribió Anna Wintour en la edición de Marzo de “Vogue”, que lleva a Michelle en su portada, “En cambio, aquí tenemos a una mujer que está feliz con diseñadores nuevos y menos obvios, como Jason Wu o Isabel Toledo…es inspirador ver a una Primera Dama tan serena y segura en su estilo personal”.
Para Isabel, este ha sido el trampolín a la fama internacional, y es ahí, justamente, donde está la injusticia, porque muchos asumen que su éxito ha sido de la noche a la mañana y que hasta ahora su nombre era total y absolutamente desconocido.
Gran error.
En mas de dos décadas de trabajo, esta diseñadora cubano- americana ha ganado una merecida reputación como una de las creadoras mas interesantes, creativas y cerebrales de la moda americana, una ‘diseñadora de diseñadores” con colecciones a la venta en algunas de las tiendas mas exclusivas de Estados Unidos, Europa y Asia, incluyendo Barneys y Bergdorf Goodman en Manhattan y Dover Street Market en Londres. En el camino, ha ganado mas premios de los que es posible recordar. El mas reciente fue el galardón que el año pasado le entregó el “Couture Council”, una ocasión que ella celebró junto a su marido, el célebre ilustrador y artista Rubén Toledo, con un cocktail en el loft que ambos comparten en la esquina de la calle 28 y Broadway.
El lugar es una cueva de Ali-Babá para cualquiera interesado en la moda, un laberinto de bocetos, telas, esculturas, objetos y dibujos. Dividido en dos pisos, el primero es un amplio y luminoso espacio abierto, bohemio, adorablemente desordenado, donde Rubén pinta y dibuja todo el día; el segundo, en cambio, es un taller blanco e inmaculado, perfectamente organizado, donde Isabel crea sus diseños.
Desde ahí, Isabel habló hace un tiempo de su trabajo, su carrera, su inspiración y, por supuesto, de su matrimonio, ampliamente considerado como “ideal” por cualquiera que conozca a la pareja. Aunque esta conversación tuvo lugar mucho antes de su colaboración con la actual Primera Dama, es poco probable que las cosas hayan realmente cambiado desde entonces. Isabel, como esas actrices que reciben finalmente un Oscar después de años arrancando aplausos en los críticos pero no en la masa, sabe, a estas alturas, que el carácter, estilo e individualidad- y no la fama efímera- son las herramientas de un verdadero diseñador.

-¿Cuáles dirías que son tus influencias en lo que a estilo se refiere?
-Mi estética se formó por dos polos opuestos, que son mis padres. Mi padre siempre tuvo una elegancia severa, fue un verdadero minimalista. Mi madre, en cambio, adora todo lo que sea “de moda”, y sabe apreciar la frivolidad y la constante contradicción de la moda. Su actitud es barroca. Su familia estaba en el negocio de los zapatos, y me acuerdo haberla escuchado decir ‘Nací en una caja de zapatos’. Ella siente que eso le da el derecho divino a tener la mayor cantidad de zapatos que sea posible.
-¿Cuáles eran tus ídolos cuando niña?
-Mis primeras influencias son las del cine, por supuesto. Admiraba lo mejor de la cultura pop, Katherine Hepburn, Bette Davis, Barbara Stanwick y otros, incluyendo a Eleanor Roosevelt y Ray Eames. Diría que siempre me atrajeron las mujeres fuertes, independientes, con sentido del humor. Eso tiene que ver también con mi visión de la elegancia, un tema mucho mas complejo y que no le debe nada a la moda. Ser elegante es ser verdadero, un elemento de gracia que nos da la vida.
-¿Dónde naciste, Isabel?
-En Camajuani, Las Villas, en Cuba. Mi árbol familiar es muy rico. En total, mi familia tiene aproximadamente 120 miembros. Vine a Estados Unidos con mis padres y mis dos hermanas menores cuando tenia ocho años.
-¿Cuál es tu característica mas cubana?
-Mi cuerpo- dice riendo-. Siempre digo que no soy muy cubana, pero supongo que lo soy, porque si me miras queda clarísimo que es de ahí de donde vengo. Creo, sin embargo, que mis sensibilidades no son muy cubanas, aunque no se exactamente qué significa eso. Quizás soy tan cubana que no soy siquiera capaz de darme cuenta.
-¿Volviste alguna vez a Cuba?
-Oh, my God! Volví una vez, para el milenium. Fue un shock. Me sentí muy triste; fue muy difícil, porque te das cuenta de lo mucho que tienen que luchar, aunque no te lo digan. Tengo una familia enorme, a algunos les ha ido muy bien y a otros no tanto, pero no te dicen nada. Y lo entiendo; después de 50 años es difícil reconocer que se ha cometido un error.
-¿Te sentiste como extranjera?
-Si, y creo que me hicieron sentir así. No fui realmente aceptada como cubana, no se por qué. Fui con mi hermana y ella tuvo una experiencia totalmente distinta. Se sintió cómoda desde el primer momento. Yo no pude, quizás estaba demasiado encerrada en mis propios recuerdos.
-No has montado un “fashion show” desde hace muchos años…
-Es verdad. Lo que hago ahora es presentar mi colección para los “buyers” durante la fashion week. Vienen de Paris, Japón, América…desafortunadamente veo muy pocos estilistas, porque no presto mucha ropa. Mi empresa no es muy grande y es increíble como estropean la ropa.
¿Nunca te atrajo ser una diseñadora masiva?
-Si, claro que si.
-Alguna vez dijiste que te gustaría ser como Hermés…
-así es. Pero Hermés es del porte de una almendra comparada con Louis Vuitton. Incluso al nivel de Hermés, seguiría siendo una empresa pequeña. Lo que sí me gustaría seria trabajar para otra casa, de modo de mantener mi propia línea.
-¿Y con que casa elegirías trabajar?
-Buena pregunta. Tomaría Chanel. He estado en consideración para muchas líneas: Vuitton, Celine, Loewe, pero, interesante, siempre eligen un hombre. Tengo la sensación de que todavía piensan que una mujer se dedicaría a tener hijos y dejaría de trabajar. Es increíble, pero es la misma mentalidad antigua de siempre. No se dan cuenta que las mujeres queremos trabajar. Para mi, mi trabajo es un estilo de vida.
-¿Tienes muchos clientes latinos?
-Los tengo, pero no muchos. No creo que mi trabajo sea muy ‘latino’ en el sentido mas obvio de la palabra. Quizás lo mas latino que tiene sea su misterio, algo que está presente en el mas sencillo de mis vestidos.
-Tu vives, trabajas y pasas todo el tiempo con Rubén. ¿te resulta difícil a veces?
-No, no podría imaginarlo de otro modo. El y yo estamos en una constante conversación, es un diálogo que te hace vivir todo dos veces. Muchas veces compartimos una sensación, sin siquiera decir una palabra. Quizás no todo el mundo está dispuesto a tener la intimidad que Rubén y yo tenemos, pero para mi es algo muy enriquecedor.
-¿Qué cosas admiras de él?
-Rubén es la persona mas paciente que conozco, y como yo no lo soy, lo admiro profundamente por eso. también admiro su talento, que es una increíble inspiración para mi.
-Ustedes se conocen desde que eran niños…
-Si, pero no fuimos novios hasta que nos graduamos del colegio. Éramos muy buenos amigos. El dice que se enamoró de mi desde que me vio, y que de inmediato dijo ‘esta es la mujer con que me voy a casar’. ¡Por eso admiro tanto su paciencia! Rubén es muy especial, un gran artista. Es también muy misterioso, no conozco ni la mitad de las cosas que pasan por su cabeza, pero eso es lo que mantiene viva nuestra relación. Con él no estoy nunca aburrida. Estoy segura que hay muchos secretos entre nosotros, y quizás las cosas que no sé de él son las que me atraen.

-¿La mayoría de tus amigos vienen del mundo de la moda?
-Yo me muevo en muchos mundos diferentes, y quizás porque estoy casada no necesito estar permanentemente rodeada de gente. Aunque suene tonto, al final del día vuelvo a mi casa y cocino para mi marido. Conozco mucha gente en este negocio porque he estado en él por mucho tiempo, pero nunca me he sentido parte de un grupo determinado. Siempre he sido una solitaria, me gusta estar en mi propia liga.
-¿Te sientes mas cerca del mundo del arte?
-El mundo del arte me gusta mucho mas, pero Rubén, por supuesto, prefiere el de la moda. Me siento mucho mas cómoda conversando con artistas que con diseñadores.
-¿Y Rubén es todo lo contrario?
-Oh, a él le encanta la ‘fashion people’. La encuentra mas animada, y para su arte, para su pintura, eso es mas atractivo. A mi el idioma entre artistas me parece mas poético y menos gráfico, no están tan sometidos a una tendencia. Además los artistas viven en su pequeño mundo, y eso me parece muy curioso, muy peculiar. Es un poco mas oscuro, y eso me gusta.

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