Kim Cattrall
Kim Cattrall apareció en un escotado traje verde de Cavalli que revelaba su busto bajo la luz de las cámaras como dos cumbres de los Pirineos en un mapa de Europa. Ahí estaban, altos y puntiagudos, desapareciendo en las colinas de su escote. En su cara tenía estampada una sonrisa, en su mano izquierda un Cosmopolitan y, a cada costado, un modelo masculino en traje de baño y con el torso desnudo. Eso, cuando el reloj recién marcaba el mediodía.
La escena –ocurrida durante la conferencia de prensa con que el ron Bacardi anunció que la Cattrall sería el rostro exclusivo de su nuevo producto, “Island Breeze”– podría haber resultado sorprendente y hasta patética en el caso de cualquier estrella, pero no en el de esta mujer que a sus radiantes 47 años es más conocida como “Samantha Jones”, la sexy, rubia y madura devoradora de hombres que durante las seis temporadas de “Sex & The City” desató fantasías y provocó escándalos con sus acrobacias de alcoba. Hasta su aparición, ninguna actriz seria se había atrevido a colgar desnuda desde un trapecio, seducir a un cura, dar instrucciones sobre sexo anal o llorar porque la anatomía de su compañero de turno no correspondía a sus estándares como hizo ella. ¿Y cuántas habrían aceptado raparse la cabeza para encarnar a una enferma de cáncer mientras sus coestrellas lucían esplendorosas melenas? Samantha Jones no sólo rompió todos los mitos y tabúes que rodean la sexualidad de una mujer, sino que demostró que una actriz pasada la cuarentena no está condenada a roles de madre abnegada, esposa engañada o solterona, como insiste Hollywood. Nadie sabe qué harían hoy las estrellas de “Desperate Housewives” si no fuera por Ms. Jones.
El exitoso rol, sin embargo, le trajo una buena dosis de malos ratos. Aparte de los gritos de protesta de más de un conservador religioso, Kim tuvo que enfrentar las críticas de su propio padre, Dennis Cattrall. “No puedo ver ‘Sex & The City’”, dijo. “Es sexo, sexo y nada más que sexo. Kim está ganando mucho dinero, pero el dinero no lo es todo. En mi libro, el respeto y la dignidad todavía son importantes”.
A pesar de las apariencias, Kim insistió el día de esta entrevista que entre ella y su personaje hay grandes diferencias. “Nos vemos igual, pero actuamos y hablamos en forma muy distinta”, dijo poniendo su coctel a un lado, sentada en el penthouse del muy chic Hotel Gansevoort: “Si alguien me invita a salir esperando encontrarse con Samantha, se va a llevar una desilusión”.
Aun así, la estrella ha sabido aprovechar bien sus extensos 15 minutos de fama. Hace algún tiempo publicó un libro sobre sexo, “El arte del orgasmo femenino”, con el que actualmente es su ex marido. El tercero. Y ahora aparecerá promocionando “Island Breeze”, una bebida alcohólica que, con la mitad de calorías que una copa de vino, promete que cualquier mujer “puede tenerlo todo”.
“Estoy nuevamente soltera y salir con mis amigos a bares y restaurantes a divertirme forma parte importante de mi vida”, aseguró con un tono de voz tan susurrante y profundo como el de su célebre personaje. “Pero también soy muy activa, me preocupo de las calorías y no quiero despertar al día siguiente con un dolor de cabeza. Por eso acepté este contrato, porque se trata de pasarlo bien, pero en forma responsable”.
–¿Estás decidida a romper tabúes? Primero “Sex & The City”, ahora una marca de alcohol…
–Busco proyectos que me desafíen. Me parece positivo que la gente observe su propio estilo de vida y tome opciones. No importa si se trata de cuidar las calorías, la sexualidad o el derecho al aborto, son los temas que me importan y que quiero compartir con los demás. Ya no soy una adolescente, tengo experiencia. La gente no tiene por qué seguir mis consejos, pero espero que lo hagan porque lo que les entrego son herramientas para que tomen control sobre sus propias vidas.
–¿Tuviste dudas antes de aceptar el papel de Samantha?
–Claro que sí. En un principio lo rechacé, porque no estaba segura de poder interpretarlo como se merecía. Pensé que a estas alturas de mi vida debería estar encarnando a la mamá de alguna estrella joven. Pero después me di cuenta de que los 40 son un buen número, y que las historias de las mujeres maduras son a menudo más ricas, profundas y significativas que las de otras más jóvenes. Como actriz no me interesa ser simplemente la esposa o la novia de alguien, busco personajes que sean reales y completos.
–¿Samantha te ayudó a mejorar tu autoestima?
–Absolutamente. Me ayudó a comprender muchas cosas sobre mí misma, cosas sobre las que no estaba segura. Una de ellas es confiar en mis instintos. Como actor, si no tienes instintos no tienes nada; es lo que te hace único, la forma cómo reaccionas e interactúas con los demás. Samantha me permitió sentirme tremendamente libre. Yo crecí en un ambiente muy británico, y aunque tuve muchos novios, nunca fui como ella. La usé para decir cosas que yo, como Kim Cattrall, jamás habría dicho.
–Te deben llegar muchas ofertas para repetir personajes similares…
–Constantemente. Pero no me interesa repetir a Samantha hasta el cansancio, aunque busco mujeres que se parezcan a ella, que tengan fuerza de voluntad, valentía, mucho carácter. No me interesa interpretar a víctimas o mujeres aburridas que no tienen nada que decir. También quiero convertirme en un símbolo.
–¿Símbolo de qué?
–De que no importa cuántos años tengas, cada década tiene algo maravilloso para celebrar. El miedo te paraliza, y el temor al paso de los años puede ser horrible para una mujer. Hay que entender que es un proceso natural, y que aunque con el tiempo hay cosas que ya no son las mismas, hay otras experiencias nuevas que sólo llegan con la edad.
–¿Estás tan cómoda con tu sexualidad como tu personaje en la serie?
–He vivido mucho y me siento muy cómoda, pero no soy una terapeuta sexual. Después de Samantha, se me acerca gente en la calle a contarme sus secretos más íntimos. Por eso escribí mi libro, que es una guía para que hombres y mujeres exploren el sexo. Quería compartir ciertas sensibilidades y técnicas, cosas que nunca son discutidas en detalle, y agregar los elementos de confianza y cariño que no siempre estuvieron presentes en “Sex & The City”.
“No importa cuántos años tengas, cada década tiene algo maravilloso para celebrar“, dijo Kim a Manuel Santelices en Nueva York.
–Ahora estás soltera…
–Sí.
–¿Es difícil conocer hombres después de interpretar a Samantha?
–Cuando una es soltera, debe ser cuidadosa y tener sus ojos bien abiertos sin importar cuál sea la situación. Un hombre tiene que hablar conmigo sólo dos minutos para darse cuenta de que no soy Samantha. Es un proceso muy rápido, y después de eso están preparados para conocer a la persona escondida debajo de la piel.
–¿Eres muy exigente cuando se trata de hombres?
–No necesariamente, pero busco a alguien que sea seguro de sí mismo, que se conozca bien y que sienta tantos deseos de vivir como yo. Ya no me importa cuánto dure el romance. Lo esencial es disfrutar el paso del tiempo con alguien. Antes pensaba que el amor debía durar para siempre, pero ahora no espero que nada siga hasta la eternidad.
–¿Cuál es el mayor mito respecto a ti?
–Creo que la gente piensa que soy mucho más dura y fuerte de lo que soy. Puedo manejar muchas situaciones, pero soy humana. Samantha era mucho más fuerte y menos romántica que yo. Yo soy una romántica incurable, me encanta la poesía, los viajes, los regalos… A ella también le gustaban, pero tenían que ser increíblemente caros. No es mi caso.
–La prensa asegura que no te llevabas bien con el resto del elenco de “Sex & The City”. ¿Es cierto?
–Seguimos en contacto, aunque no las he visto durante muchos meses, porque estuve una temporada haciendo teatro en Londres. Nos queremos mucho y siempre nos hemos llevado de maravillas.
Cosas, 2007
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