Saturday, January 10, 2009

Juanito Yarur


Juanito Yarur llegó a Nueva York y lo hizo, como era de esperar, cargado de maletas y con la decisión de visitar las tiendas más exclusivas de la ciudad. Una a una, fueron llegando las bolsas de Alexander McQueen, Bergdorf Goodman, Comme des Garçons o Jeffreys, las que se instalaron en su magnífica habitación en el SoHo House, ubicado en el muy de moda “Meatpacking District”.

Decir “habitación” es quedarse corto para describir la suite de Juanito en este elegante club privado que posee sólo 27 piezas para huéspedes. El lugar incluía un enorme sofá, un “walking closet”, un comedor y escritorio, una ducha separada con baño de vapor, una gigantesca tina de piedra y una cama con cubiertas de brocato, sábanas de Frette y cortinajes que podrían haber sido de la mismísima reina María Antonieta.

Durante sus días en Manhattan, el único “celedebutante” que ha conocido Chile en su historia, recorrió la ciudad de norte a sur y de este a oeste. Sus almuerzos fueron en “La Bilbouquet”, de Madison Avenue, o en “Lady M. Boutique”, un pequeño café célebre por sus sandwiches de pepino y sus copas de Dom Perignon. De noche, sus escenarios incluyeron algunos de los restaurantes más “trendy” del momento: “Pastis”, “Matsuri” y “Prune”. Sus dos teléfonos celulares no dejaron de sonar durante los siete días. ¡Ring, ring!… llamó su familia. ¡Ring, ring!, llamaron sus amigos en Santiago, Miami, Europa y Nueva York. Y ¡Ring, ring!, llamaron el pequeño ejército de secretarias, “dealers” de arte, corredores de propiedades y “personal shoppers” que hacen que la vida de este joven parezca más ocupada que la de un banquero de Wall Street.
En medio de todo este lujo y excitación, Juanito levantó su “Apple Martini” una noche en el bar de su hotel y sonriendo dijo: “21, alcoholic and fabulous!”, parafraseando a Samantha Jones, una de las heroínas de su serie favorita, “Sex & The City”. El brindis, por supuesto, era una broma, porque en su segunda década el heredero parece haber alcanzado una madurez y una tranquilidad que a muchos parecerá tan inesperada como sorpresiva. Partiendo por su “look” –lejos están los días de apretados corsés y trencitas en el pelo–, todo en él revela a un hombre nuevo. “Uno va superando etapas y ya no tengo 18”, dijo en su suite. “Ya pasé esa época donde lo único que quería era jugar y vestirme en forma completamente extravagante. No es que esté totalmente tranquilo, pero sí mucho más de lo que era”.

Sus intereses también han cambiado. En Nueva York visitó el Museo de Arte Moderno, las galerías de Chelsea y hasta viajó a “Dia: Beacon”, un importante museo de arte contemporáneo que actualmente está exhibiendo a uno de sus pintores favoritos: Andy Warhol. “No soy un gran conocedor, pero aprecio el arte y me encantaría comenzar a formar una colección importante, pero de a poco”.

De a poco también quiere dar sus pasos en la prensa y la televisión. Ahora no en las portadas o frente a las cámaras, sino escribiendo su columna para esta revista y realizando notas para el matinal de Canal 13, dos trabajos que lo tienen absolutamente feliz.

Aunque su vida, al menos vista desde fuera, parece más fácil y privilegiada que la de muchos, Juanito ha enfrentado problemas que para el resto de los mortales serían casi inimaginables. A los 18 años impactó al país en la portada de “Cosas”, en un artículo que hasta el día de hoy sigue siendo comentado, y no siempre en los mejores términos. Desde entonces, se ha convertido en una de las figuras sociales más controvertidas de Chile, y eso, ha descubierto, tiene su precio. Sin embargo, como dijo en Nueva York, “no me arrepiento de nada”.
“Si llego a dedicarme a los negocios, jamÁs va a ser en un banco o en una instituciÓn parecida”. dijo a “cosas”.En el café “The little pie co.” compartiÓ con su amiga Nicole Rosenberg.

–¿Te gustaría vivir en Nueva York?
–Me lo preguntaron esta semana. Es fuerte, porque no está entre mis planes, aunque sí me encantaría venir aquí a estudiar. Pero no sé cuándo podrá ser. Con cada viaje tengo más relación con la ciudad y conozco más y más gente. Me siento cómodo aquí, pero estoy en un buen minuto en Santiago.

–¿A qué te refieres con “un buen minuto”?
–Estoy escribiendo mi columna para “Cosas”, algo que me encanta, y estoy trabajando en un medio nuevo para mí, la televisión. Nunca pensé que iba a terminar en la televisión, le tenía mucho respeto.

–¿Por qué?
–Porque no es mi medio, no es mi estilo. Siempre he dicho que me gustan las revistas y es ahí donde me interesa trabajar, porque te quedan para siempre… Yo tengo revistas de hace cinco o siete años todavía guardadas. Quizás quienes las hicieron ya no están, pero su legado queda. ¿Cuánto dura la televisión? Ahí se está hablando siempre en pasado, ni siquiera en presente.

–¿Cómo defines tu trabajo en televisión?
–Hago notas de vida social y he hecho un par de entrevistas, a Jaime Bayly y María Gracia Subercaseaux. Me sentí cómodo haciéndolo, y no sé si es porque es más fácil entrevistar a amigos. Como conozco a Jaime, sé lo que puede ser interesante conversar con él y que nunca le preguntan.

–¿Es cierto que tienes más ofertas en televisión?
–Hay personas que me han contactado y he hablado con ellos, pero no he tomado ninguna decisión. Lo que sí tengo claro es que no quiero dar un gran salto, sino crecer de a poco. Me gusta que mi espacio actual sea chico y me encanta trabajar con el equipo que me acompaña

–¿Tienes planes de convertirte en periodista?
–Me llamaron de una universidad para ofrecerme la carrera de periodismo, y la editora de una revista me lo sugirió. Pero no es lo mío. Yo respeto mucho a los periodistas y en cierto modo es una patudez estar haciendo lo que hago, pero no creo que sea realmente lo mío. He tenido suerte, porque nadie hasta ahora se ha negado a hablar conmigo en cámara. Creo que porque he estado en el otro rol, sé qué se siente que digan cosas de ti y lo mal que a veces caen ciertos comentarios.

–¿Te afecta mucho lo que dicen de ti?
–Ya no tanto, pero en un momento hubo cosas que me dolieron. ¡Hay que recordar que la primera vez que salí en la prensa tenía 17 años! Ahora tengo 21, me siento un poco más maduro para enfrentar estas situaciones.
“Hay personas que después de verme en la televisión, me dicen que les parezco más simpático y más aterrizado de lo que pensaban. No sé por qué tienen la idea de que soy muy pesado”.

–¿Te sientes más seguro, también?
–Sí, aunque uno nunca se siente ciento por ciento seguro. En todo caso, creo que he tenido suerte porque ninguna de las barbaridades que han dicho de mí han sido terribles.

–¿Crees que después de tanta exposición la gente tiene una idea más clara de quien eres en verdad?
–No sé… Me siento completamente desubicado en ese tema. Sé que antes tenían la opinión de que era muy frívolo –y quizás es una imagen que yo mismo fomenté–, pero ahora hay personas que después de verme en la televisión me dicen que les parezco más simpático y más aterrizado de lo que pensaban. No sé por qué tienen la idea de que soy muy pesado.

–¿De dónde crees que viene esa impresión?
–Un niñito que hace lo que quiere, que muchas veces habla tonteras y que fomenta la frivolidad como lo hice en su momento, no le puede caer bien a nadie. Yo también pensaría que es un monstruo.

–Pero tú has jugado públicamente con esa imagen…
–Pero imagínate, si yo apareciera en la prensa súper serio y responsable… ¡Sería una lata! Tienes que pensar que no soy un político ni un empresario, y si llego a dedicarme a los negocios, jamás va a ser en un banco o en una institución parecida. No me veo en eso. Y aparecer en los medios como uno más, creo que no sería interesante para mí ni para el público. La gente tiene ya demasiados problemas como para que yo les traiga más. No tendría sentido.

–Hay muchos que piensan que, con todas tus ventajas y tu presencia en los medios, tienes la responsabilidad de dar un buen ejemplo a la juventud. ¿Lo sientes así?
–Ojo, que mi presencia en los medios es mínima. Mi espacio en la televisión son cinco minutos semanales, así que no sé de qué responsabilidad hacia los jóvenes me están hablando…

–Pero incluso en esta entrevista, tienes un espacio para dar tus opiniones…
–No sé si siento esa responsabilidad, aunque entiendo perfectamente a qué te refieres. Cuando uno aparece en los medios de comunicación tiene que tener cuidado con lo dice, porque la gente te escucha y, a veces, sigue tus pasos. Igual siento que hago un aporte, porque incluso en mi columna en “Cosas” les muestro cosas que quizás muchos no conocían e información a la que no tienen acceso. Un amigo mío siempre me habla de Diana Vreeland, que cuando era editora de “Harper’s Bazaar” tenía una columna donde le daba fantasía e imaginación a la gente. Así es como veo mi trabajo, al menos por el momento. Quiero promover la originalidad, la innovación, la creatividad… Chile es un país que está al fin del mundo, es cierto, pero creo que igual podemos hacer muchas cosas.

–¿Te gusta el anonimato cuando viajas?
–No es que en Chile me conozca todo el mundo. Creo que soy conocido en un segmento del país, pero puedo salir a la calle como cualquiera y no tengo problemas. Ahora, el anonimato de aquí no me disgusta para nada. Lo disfruto.

–¿Y te molesta a veces ser conocido en Chile?
–Cuando ando bajoneado, me molesta un poco. Pero no me arrepiento de nada de lo que he hecho. No me arrepiento de haber salido en la portada de “Cosas” a los 18 ni de todo lo que me ha sucedido desde entonces. Cero arrepentimiento. ¿Lo volvería a hacer? Claro que sí, e incluso con más fuerza.

–Pero ahora te ves más tranquilo, más maduro…
–Sí, porque ha pasado el tiempo y sería una estupidez quedarme pegado en lo que estaba haciendo hace cuatro años. No soy un ejemplo de madurez, pero he crecido y me interesa seguir haciéndolo. La gente a veces se olvida de la edad que tengo, me juzga como si fuera mucho mayor y no siempre me ha dado el espacio para crecer.

–¿Qué reacciones recibes de la gente en la calle, de personas que no te conocen?
–A mí nadie se me acerca a hablar. Tengo amigos míos, actores, a los que todo el mundo les comenta su trabajo en la teleserie o les pregunta cosas. A mí, nadie. No sé por qué será. Creo que quizás inhibo a la gente.

Cosas, 2007

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home