Friday, January 9, 2009

Carolina y Patricia Herrera


Son las once de la mañana, y las oficinas de Carolina Herrera en el piso 17 de un enorme edificio en la Séptima Avenida en Nueva York- también conocida como “Fashion Avenue”- hierven en actividad y excitación. Secretarias y asistentes entran y salen, delgadisimas modelos se pasean por los pasillos envueltas en largos vestidos de taffeta, seda y chiffón, y la propia diseñadora, impecable en una pollera gris, sweater azul y el pelo cuidadosamente casual, supervisa y da instrucciones seguida de su equipo y su perro Gastón. Esta es una emperatriz de la moda, y como tal, tiene sus princesas. Sus hijas menores, Carolina Adriana y Patricia, no solo están colaborando con ella desde hace un tiempo, sino que, según buena parte de la prensa especializada, han dado un aire fresco y juvenil a la marca y se han convertido en rostros importantes de la compañía.

Carolina participó en la creación del perfume “212”, en 1996, y desde entonces ha servido como su principal promotora y vocera. Patricia, la menor, dejó su puesto como editora de modas de “Vanity Fair” y se integró al equipo de diseño de su madre hace un par de años. Las dos, obviamente, están bien preparadas para su rol. Cuando recién se asomaban a la veintena, pasaron a formar parte del distinguido Fashion Hall of Fame- una larga lista que incluye a las mujeres más elegantes del mundo, de Marella Agnelli a Kate Moss- y es difícil que pase un mes sin que alguna revista de moda no les dedique algún articulo hablando de su chic natural, su belleza, sus estupendos modales y su aparentemente agitada agenda social. Sus matrimonios fueron tratados por la prensa como si se trataran de bodas reales. Patricia se casó el 2002 en la Iglesia de San Ignacio de Loyola, en Park Avenue, con el empresario Gerrit Livingston Lansing Jr., descendiente de una familia que ha tenido, entre otros, a un miembro de la Corte Suprema, varios congresistas en Washington, un alcalde de Nueva York y hasta uno de los gestores de la Declaración de Independencia norteamericana. Carolina por su parte desató, para su pesar, la histeria de las “revistas del corazón” españolas cuando en Junio del 2004 llegó al altar con Miguel Báez, “El Litri”, uno de los toreros mas célebres y admirados del país.

Sentadas en la oficina de su madre, rodeadas de flores frescas, libros de arte y fotografías, las hermanas Herrera parecen merecer todos los halagos que reciben. Carolina, embarazada de su segundo hijo, se ve refinadamente simple en jeans, botas con borde de piel, una parka beige y un escotado sweater verde. Sus ojos son intensamente azules, su piel pálida y su perfil parece haber sido sacado de una pintura de Sargent. Patricia, también en jeans, un top blanco y una chaqueta gris de corte militar, tiene un tipo de elegancia que, aunque indescriptible, resulta obvio para cualquiera que la observe. No importa si se encuentran en los salones del Museo de Arte Metropolitano durante la gala del “Costume Institute”, en la oficina trabajando o paseando a sus niños en coche por la calle, las hijas de Carolina y Reinaldo Herrera reciben, sin esfuerzo, el tipo de atención que tantas otras- gastando fortunas en su closet, su peluquero o su cirujano plástico en el camino- siempre buscan y nunca encuentran. Mejor aun, tienen un carácter amistoso, amable y cálido que, en su caso, es mucho más atractivo que cualquier vestido de couture.


El día de esta entrevista, Carolina estaba de paso por Nueva York preparando la campaña de publicidad de “212 Sexy”, una nueva fragancia derivada de “212”. “Este es un perfume más misterioso, más intenso”, dijo mientras amarraba su pelo oscuro en una cola de caballo, “También esta inspirado en Nueva York, pero bajo otro prisma. Cuando crearon “212”, me llamaron para ayudar y dar ideas, porque querían salir un poco del perfume clásico Carolina Herrera que había creado mi mamá. Querían algo moderno, joven, y como yo pertenezco a otra generación, veo a Nueva York desde un punto de vista diferente”.

-¿Que diferencia tiene con el Nueva York de tu madre?
-La principal diferencia es que yo voy a todas partes. Yo cojo el metro, el tren, en el colegio tenia amigos de todos lados. Mi madre, aunque también se mueve mucho, es más tradicional. Es la diferencia obvia entre dos generaciones”.

En ese momento entró Patricia, que estaba revisando los vestidos que se usarían en la campaña del perfume.

-Muchos piensan que ustedes han rejuvenecido a Carolina Herrera. ¿Es así?
Patricia- Tenemos otro punto de vista. Pero mi mamá tiene un ojo increíblemente joven y se ha adaptado muy bien al paso del tiempo. No es una mujer que se haya quedado en el pasado.
Carolina- Lo que pasa es mi mama marcó tanto en sus comienzos, su moda fue tan nueva, tan fuerte, tan identificada con un grupo de personas, que le ha costado desprenderse de esa imagen. Ella comenzó en otra época de Nueva York, en los ochentas, y para muchos se quedó como la señora social que viste a otras señoras sociales. Pero esa imagen se la impusieron y nunca ha tenido mucho que ver con la realidad. Su ojo es elegante, clásico, pero no es viejo. Por el contrario, tiene un estilo muy moderno y muy joven.

-¿Cuál sienten que es su aporte a la marca?
Carolina- Un punto de vista distinto, aunque no necesariamente mas joven.

-¿Y esos puntos de vista chocan a veces?
Patricia- Entre nosotras como hermanas, no, porque trabajamos en áreas diferentes. Con mi mama, lo normal. La primera colección en que trabajamos juntas fue más complicada, pero ahora, cuando veo algo que no me gusta, entiendo por qué está ahí. Puede que no sea mi estilo, pero es el estilo de la casa. Me he dado cuenta que no siempre puedes hacer todo a tu gusto.

-¿Ustedes han traído también un público mas joven a la marca?
Carolina- Hoy día la gente joven está mas interesada en la moda que antes. A los 16 o 18 años, a mí me daba lo mismo tal o cual diseñador, ni siquiera sabia quienes eran, estaba en otra onda, preocupada de mi novio o de salir de noche con mis amigas. Nunca me importó de qué marca era el vestido que llevaba puesto.
Patricia- Ahora eso ha cambiado por efecto de las celebridades.
Carolina- Ahora los jóvenes están obsesionados con la moda y sus personajes.

-¿Eso les parece bien o mal?
Carolina- A mí me parece muy mal.
Patricia- A mi también, porque ahora todos se quieren ver igual. Antes encontrabas a alguien que compraba todo en el Gap, pero tenia su propio estilo.
Carolina- Ahora la obsesión es con las marcas…
Patricia- Lo que es muy bueno para nosotros.
Carolina- Todos quieren que les digan ‘ese es el último vestido de tal diseñador’. A mi se me hace que es falta de personalidad. Si te queda bien pero no es de diseñador, da igual.

-Con esa actitud tan casual frente a la moda, ¿Están sorprendidas de pertenecer al Fashion Hall of Fame”?
Patricia- Nunca pensé que iba a estar ahí.
Carolina- Yo tampoco. Pero creo que si fuera ahora, no me elegirían.

-¿A que edad fueron elegidas?
Patricia- Yo, como a los 24.
Carolina- Y yo, hace como quince años. Pero a mi no me eligieron porque anduviera vestida de Gucci o de Carolina Herrera, sino porque encontraron que tenia un estilo personal. Ahora en cambio es distinto, salvo unas cuantas que encuentro elegantes, el resto son mujeres conocidas que aparecen en las revistas.

-¿A quién encuentran elegantes?
Carolina- Aunque es muy guapa y eso ayuda, Kate Moss.
Patricia- ¡Pero ahora todas se quieren parecer a Kate Moss!.
Carolina- La palabra “fashion icon” se me hace sobreusada, igual que “Vintage”. Para ser un “fashion icon” tienes que tener 50 años y haber sido elegante durante mucho tiempo. Pero una tía que es medio guapa, que compra ropa porque puede, para mi no es un ‘fashion icon”. Por eso creo que hoy en día mi hermana y yo no estaríamos en el Hall of Fame.
Patricia- La primera prenda de un diseñador que me compré fue un abrigo de Prada con borde de cuero, que creo que lo tienes tú, Carolina…
Carolina- ¡Si, todavía lo tengo!.
Patricia- Y yo ya tenia veinte años cuando lo compré.
Carolina- Creo que en esa época una entraba al Hall of Fame porque lucia las cosas en forma diferente. Hoy en día se ha comercializado mucho.

-¿Con que criterio compran o eligen lo que se van a poner cada día?
Carolina- Yo, con lo que me sienta cómoda. ¡Especialmente ahora que estoy embarazada! Si voy a una cena, me quiero ver bien, por supuesto. Pero no es algo que piense mucho y nunca lo he hecho, te lo juro por mi hija. También hay días en que me quiero ver bien, no lo logro, y termino cambiándome treinta veces. Es lo normal, como todo el mundo. Una vez estaba visitando a mi hermana, y una de sus amigas tenia una serie de Polaroids con todas las tenidas que pensaba usar para un viaje que estaban planeando. Nunca se me va a olvidar. Yo no haría jamás una cosa así.

-¿Han tenido algún “fashion faux pas” memorable?
Patricia- ¡Muchisimos! Uno de los peores, para mí, fue un vestido morado de organza que me puse para el baile de Alex (Von Furstenberg) antes que se casara…!No, no, no! ¡Dios Mío!, tenia unas flores por atrás, terrible.
Carolina- Igual se veía guapisima, porque la moda cambia.
Patricia- Quizás algún día, en cincuenta años, veré esa foto y me encontraré super bonita, porque estaba muy joven.

-Cuando eligen su ropa, ¿Piensan en que probablemente van a ser fotografiadas?
Carolina- ¡Ojalá me fotografiaran más, porque eso me obligaría a mejorar y preocuparme más!. Pero eso en la vida no tiene importancia. Si te empiezas a preocupar por ese tipo de cosas, dejas de ser tu. Si salgo de noche trato de verme bien, pero haría lo mismo aunque fuera Pepita Pérez. No hago un esfuerzo mayor porque crea que me van a fotografiar. Tengo amigas que se preocupan cuando salen en la mañana de su casa por si hay un fotógrafo en la puerta. Es ridículo, ¿Qué mas dá?

-¿Qué aprendieron de Carolina, de su estilo y su forma de vestirse?
Patricia- Lo más importante es hacer las cosas sin esfuerzo. Mi mamá se despierta, se mete al baño, y cuando sale se ve así como tu la ves.
Carolina- Es increíble. Fui a un viaje a la India con ella y aluciné. Lo único que me pidió fue que no la montara en una moto, pero la subimos a elefantes, taxis, carros, bicicletas, y nunca se le movió un pelo. Al final del día, era como si se estuviera despertando.
Patricia- Mis amigas dicen dos cosas de ella. La primera, es que hay una nave espacial que la recoge todas las noches y la vuelve a dejar en su cama en la mañana, impecable y perfecta. Y la segunda, que despierta con una burbuja que la protege del viento, del calor, del frío, y que no permite que nada la toque.
Carolina- No sé como explicarlo. Ayer, que hubo una tormenta enorme en Nueva York, yo llevaba puestas unas botas…
Patricia- ¡Y ella en tacones!
Carolina- Claro. Yo le dije, “¿Cómo sales tú con tacones? La gente normal usa botas”. Pero no se mojo para nada. Ni siquiera los tacones estaban húmedos. Y lo hace todo sin esfuerzo.
Patricia- Mi marido y yo tenemos una casa en Maine, y fuimos toda la familia de visita. Salimos a comer una noche y nos tuvimos que montar en un barco. Había una humedad horrible, y cuando llegamos al restaurant estábamos todos sudados y picados por los mosquitos. Todos, menos mi mamá que estaba impecable.
Carolina- Es algo natural, pero muy raro.
Patricia- ¡Es la nave espacial! También hemos aprendido de ella a tomar las cosas con sentido del humor. Mi mamá guarda las fotos donde se ve fea, y después dice “esta es la foto donde parezco Buddha” o “esta es la foto donde me parezco a Gastón, mi perro”.

-¿Y qué han aprendido de ella en términos de negocios?
Carolina- Mi mamá es totalmente creativa. No es que el negocio no le importe, pero no habla mucho de eso. Es el lado privado. Es muy romántica para estar hablando de números.

-Pero crear una empresa de este tamaño obviamente requiere esfuerzo y trabajo.
Carolina- Si, ella ha vivido todo eso, pero nunca se ha quejado.
Patricia- Una de sus características es la determinación. A mi mamá nadie le puede decir que no.

- ¿Ustedes están colaborando con ella porque querían hacerlo o por cierta responsabilidad?
Carolina- Mi mamá siempre nos ha dicho que esto tiene que ser un placer, no una responsabilidad. No se trata de tener que hacerlo por el nombre ni nada de eso. De hecho, Patricia vino a la compañía cuando ella quiso, no cuando se lo pidieron. Mi mamá se lo había pedido muchas veces, pero ella quería terminar lo que estaba haciendo en “Vanity Fair”.

-Carolina dijo una vez en esta revista que no era “amiga” de sus hijas, sino su madre. ¿Ustedes sienten lo mismo?
Carolina- Sí, definitivamente. Cosas como las drogas o el alcohol nunca me interesaron, no porque fueran super tabú, sino porque mis padres fueron siempre muy estrictos en lo que se refiere a la educación y la moral. Nunca nos prohibieron nada, pero nos inculcaron aquellas cosas que realmente importan. Cuando los padres son muy estrictos, lo que sucede es que a veces la niña se va de la casa y se vuelve puta, drogadicta y alcohólica.
Patricia- A mí nunca me dijeron no tomes, no te drogues, pero me dieron un buen ejemplo. Por eso, creo, ninguna de las cuatro hijas hemos tenido interés en asuntos como esos. Son valores. No es que yo y mis padres no seamos amigos, pero no somos los “mejores” amigos.
Carolina- Yo jamás le cuento a mi mamá lo que le cuento a mi hermana o a mi mejor amiga. Ahora es un poco distinto, porque ya soy madre, adulta, y nuestra relación se ha hecho más de iguales,
Patricia- Pero todavía hay cosas que no le cuento, porque hay otras que ella no me contaría a mí. Yo no quiero saber nada de la vida privada, privada de mi mamá. Y lo voy a hacer igualito con mi hija.

-¿Tuvieron alguna etapa de rebeldía?
Carolina- Como todo el mundo. De escaparse, de pelear, de querer una cosa y no conseguirla…Lo normal. Es algo que si mi hijo o mi hija no hiciera, me preocuparía.

-¿Creen que tener una madre tan conocida las afectó en algo?
Carolina- No.
Patricia- Ella mantuvo todo eso a cierta distancia. De niña, nunca la acompañé a fiestas donde la fueran a fotografiar. Ahora es todo diferente, porque veo a muchas niñas de diez años que acompañan a sus madres a todas partes.
Carolina- la fama no ha sido nunca importante en nuestra familia. Mi madre le da importancia, claro, porque es su trabajo, lo ha hecho muy bien, y se merece toda la fama y el éxito que tiene. Pero nunca ha sido fundamental para nosotros. Mi madre nunca llega a la casa con los recortes de las revistas o los periódicos, a menos que sea algo muy extraordinario. Nunca nos ha dicho “miren quienes somos” o “miren todo lo que he hecho”. No fue parte de la manera en que nos educó. Ella es muy normal. Hay gente que la ve distante, porque se impone. Pero es lo más divertida y normal del mundo.

-Por otra parte, la ventaja de haber crecido con sus padres son todos los personajes extraordinarios que conocieron…
Patricia- Si, pero te das cuenta que todo el mundo es igual.
Carolina- Ahora entiendes que fue algo especial, pero en el momento no, porque para ti es algo normal. Son los amigos de tus padres. Lo mismo debe pasar con Madonna, por ejemplo. Nosotros lo vemos desde fuera y decimos “wow”, pero para ella son sus amigos. Cuando no conoces a alguien, sientes que su vida puede ser diferente a la tuya, pero la verdad es que es igual. Conozco mucha gente interesantisima, alucinante y a la que admiro muchisimo, que no son conocidos ni famosos. Y también conozco algunos famosos que no me interesan nada. Cuando conectas con alguien, es porque los admiras, los respetas o los encuentras guapos o elegantes, no porque sean famosos.

-Su madre siempre supo equilibrar muy bien la familia y el trabajo. ¿A ustedes se les ha hecho difícil?
Patricia- Mi marido siempre me dice que es el último en saber cuando hay una foto, una colección o cualquier cosa relacionada con el trabajo. Yo casi nunca hablo del trabajo. Creo que lo he equilibrado, pero no estoy segura.
Carolina- Mi marido nunca sabe nada tampoco. Pero no es difícil complementar las dos cosas, especialmente en mi caso porque tengo un trabajo fantástico, no voy a la oficina todos los días y tengo tiempo para mis hijos. Es una suerte. Para mí, la familia es primero.
Patricia- Para mí también.
Carolina- Y para mi mamá también fue siempre lo primero. Si tenia que cancelar un viaje o una presentación, lo cancelaba para acompañar a su familia.

-Carolina, ¿Se te hace difícil ser conocida en España, donde la prensa es más intrusa que en Estados Unidos?
Carolina- Es que ser conocida en España da igual. Si eres el novio del primo del hermano del ahijado de alguien más o menos conocido, ya tienes un espacio en la prensa. Ser conocido en España no significa nada.
Patricia- La prensa española es un horror.
Carolina- Es muy metida, quieren saber todo de todos. Y aunque hay prensa seria y normal, en general son muy negativos. La verdad es que nadie puede estar orgulloso de ser famoso en España.

-¿Que sienten por Venezuela?
Patricia- Una gran tristeza, por lo que esta pasando.
Carolina- Yo adoro Venezuela, porque viví ahí hasta los trece años. Tengo unos recuerdos muy marcados y muy importantes..

-¿Reconocen algo venezolano en ustedes?
Carolina- Yo me siento muy venezolana, muy latinoamericana, y nada americana.

-¿Que quieres decir con eso?
Carolina- Me identifico más con Latinoamérica que con Estados Unidos. De hecho, creo que por eso que terminé en España. Me encanta la oportunidad americana, el “American Dream” y todo eso, pero en mi forma de ser soy más latinoamericana. Hasta me está costando hablarle inglés a mi niña. Patricia, en cambio, es muy americana. Imagínate que llegó aquí cuando tenia ocho años.
Patricia- Ahora que soy madre, me he vuelto más latina. Yo le hablo en español a mi hija, y me encanta la manera de ser de las madres latinoamericanas. En mi casa se habla solamente español.
Carolina- ¡Pobre marido!
Patricia- Mi niñera es venezolana, y no habla una sola palabra de inglés. La cocinera, lo mismo. Y en la crianza de los niños, soy muy latina. Mi marido se ríe de mí, porque los niños de nuestros amigos están a la semana de nacidos en algún restaurant. Yo pienso que los niños tienen que estar en su cama y vivir a sus horas. No veo la razón de llevarlos a un restaurant a los seis meses, ¿Para qué? Ni siquiera saben donde están.

-¿Que les gustaría ensenarle a sus niños?
Carolina- la importancia de la familia, que fue lo que nos enseñaron a nosotras.
Patricia- Mas que nada, me gustaría que estén contentos y tengan confianza en sí mismos. No me importa si no son los más inteligentes o los más bonitos. No me interesa. Creo que si tienes confianza en ti misma, esas cosas no importan.

-¿Cómo ven el futuro de Carolina Herrera y qué rol sienten que tienen ahí?
Carolina- Yo la veo como una marca que está creciendo constantemente, grande y fuerte. Y mi papel dependerá del momento y de donde esté yo en la vida. No creo que porque yo sea Carolina y mi hermana Patricia, siempre vayamos a estar aquí.

Cosas, 2006

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