Friday, January 9, 2009

Tommy Hilfiger


“Estoy contento con mi vida. Satisfecho. Pero todavía tengo muchos sueños por cumplir”, dice Tommy Hilfiger sentado en la terraza de su casa en Nantucket, con la inmensidad del Atlántico casi tocando su enorme jardín. La casa –una de las cinco propiedades que el diseñador posee en Estados Unidos y el Caribe– es una de las más espectaculares de esta isla a las afueras de Cape Cod, en Massachusetts, que durante más de un siglo ha servido de refugio a ricos, célebres y poderosos, incluyendo el senador John Kerry, Kevin Costner y la empresaria periodística Katherine Graham. La casa es un perfecto ejemplo de esas mansiones costeras de Nueva Inglaterra: una casona construida en 1920, cubierta de rosas y hortensias, con sillones de chintz, muebles estilo federal y regencia, amplias barandas blancas de madera, libros y objetos de navegación, y, como signo inequívoco de patriotismo, un águila dorada en la puerta de ingreso y la bandera más grande y alta en todo Nantucket instalada a un costado.

El lugar parece sacado de una campaña publicitaria de Hilfiger y quizás por eso, porque ningún otro diseñador se ha identificado tanto con la parafernalia norteamericana que abunda en la isla, es que escogió este sitio para celebrar el décimo aniversario de sus perfumes “Tommy” y “Tommy Girl”, y el lanzamiento de sus nuevas versiones “Tommy 10” y Tommy Girl 10”, que estarán disponibles en Chile a contar de noviembre. La fiesta incluyó jets privados, paseos en yate por la marina, un cóctel con champagne Cristal y ostras y una magnífica comida en la playa donde los invitados, sentados en cojines e iluminados por antorchas, comieron langosta y spaghetti mientras escuchaban al cantante Ben Jelen tocar un piano que esa noche había sido llevado especialmente hasta la orilla del mar.


El último año ha sido de grandes cambios para Hilfiger. En diciembre pasado, después de largos y agotadores vaivenes financieros, vendió su empresa en 1,6 mil millones de dólares a la compañía Apax Partners, que se ocupaba de sus operaciones en Europa. La transacción lo dejó convertido en un multimillonario con grandes privilegios y pocas responsabilidades que vayan más allá de su cargo como director creativo, pero él, lejos de tomar esto como un descanso, lo considera la oportunidad para subir a nuevas alturas porque quiere que su nombre sea sinónimo de un “estilo de vida”.

Tommy Hilfiger se ve, a los 55 años, joven y lleno de energía. Basta mencionar la palabra retiro para que su cara se convierta en una mueca. “Naaah…”, dice arriscando la nariz, “la idea de retirarme me aburre profundamente. Además, detesto el golf. No veo nada apasionante en seguir una pelota blanca por un parque”.

Hilfiger visitó por primera vez Nantucket cuando era un niño, y regresó hace 21 años junto a su ex mujer y sus hijos. Hace 16 años compró la casa que ahora ocupa durante algunas semanas en el verano.

–¿Qué ves aquí que te resulta tan inspirador?
–Autenticidad. El verdadero estilo de vida americano.

–¿Qué significa eso para ti?
–Primero está el ambiente, que tiene una atmósfera náutica que me encanta. También posee encanto tradicional, de herencia, y un “look” que viene del espíritu “preppy” americano. Tiene un “charm” que es imposible describir, pero que lo sientes inmediatamente, que está en el aire. Es como St. Tropez en Francia, o Portofino en Italia… lugares muy especiales.

–Cuando empezaste a trabajar en moda, ¿lo americano era lo “trendy”?
–Crecí vistiéndome muy “preppy”, pero cuando cumplí 18 me obsesioné con el rock y los rockeros y cambié completamente mi estilo. Usé el pelo muy largo, jeans ajustados… Después de un tiempo quise volver a mis raíces, pero no encontré nada que me gustara, así que lo recreé. Tomé todas las piezas clásicas de mi clóset, les cambié el color, las dimensiones, los detalles, su espíritu…, y fui el primero en hacerlo.


–En cierto modo sigues en lo mismo. ¿Cómo haces para que prendas tan reconocibles y conocidas tengan un aspecto fresco cada temporada?
–Siempre hay algo nuevo en el aire. Puede ser el corte, las telas, los colores o la manera de mezclar la ropa…, siempre hay una reinvención. Por ejemplo, creo que las camisas vaqueras van a ser muy importantes la próxima temporada. Además soy un gran seguidor de la cultura popular, y siempre la incorporo a mis colecciones. Fame es mi palabra favorita: F de “fashion”, A de “arte”, M de “música”, y E de “entretenimiento”. La cultura popular es lo que nos hace avanzar como sociedad.

–¿No estamos un poco cansados del romance entre las celebridades y la moda?
–Esa relación siempre ha existido y siempre existirá. Nunca ha desaparecido… Si piensas en Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe, Grace Kelly, todas eran celebridades e iconos del estilo. El mundo siempre las buscó como inspiración. Y lo mismo sucede hoy con Nicole Ritchie, Paris Hilton o Lindsay Lohan. Todas ellas han usado mi ropa, y son parte de la cultura.

–Después de veinte años en la moda, ¿en qué minuto de tu carrera te sientes?
–Más que ropa, mi marca es un estilo de vida. Y hay una parte de ese concepto que aún no he completado: una línea de hogar que incluya muebles, accesorios, porcelanas, cubiertos, cortinas, alfombras… Tengo cinco casas que me sirven de constante inspiración; una en Connecticut que es clásica-moderna, una colonial inglesa en Mustique, otra exótica en los Hamptons, un cottage suizo-austríaco en Vermont, y esta en Nantucket, que es muy americana. Con todas ellas listas, tengo la plataforma perfecta para lanzarme en mi “home collection”. Esta es una idea que me tiene muy entusiasmado, pero no olvido que es la moda la que me ha permitido llegar hasta donde estoy…

–En lo personal, ¿fue difícil vender tu empresa, tu nombre?
–Lo que muchos no entienden es que vendí mi compañía a mí mismo. Hasta hace poco, la empresa era propiedad de los accionistas, y para adquirir mi libertad tuve que comprarla con la ayuda de mis socios en Europa. Ahora podré tener una marca más sofisticada, más exclusiva. Nuestro enorme crecimiento en Estados Unidos la década pasada, nos impidió convertirnos en una marca de lujo. En Europa y Asia es distinto, pero acá vendíamos en tiendas por departamento y ellas nos exigían, por ejemplo, jeans de 40 dólares. No quiero eso. ¡Quiero usar jeans de 200 dólares! Tuvimos que aceptar esas exigencias durante un tiempo, pero ya no es el caso.

Su mundo real
–¿Te afectan las críticas a tu trabajo?
–Antes sí. Ahora no me importan. Los críticos no hacen nada más que dar su opinión, y si uno ve la forma en que se visten, cómo se ven… es una broma. Además, tienen sus favoritos y no les gusta nadie que no sea “avant garde”.

–¿Te sientes parte del mundo de la moda? A veces pareces un “outsider”…
–Siempre fui el niño malo, un poco diferente al resto. En primer lugar, gané mucho más dinero y más rápidamente que la mayoría de los diseñadores del mundo. Eso crea mucha envidia. Pero los diseñadores americanos somos diferentes, vendemos nuestras empresas y ganamos mucho dinero. Ralph Lauren puso su empresa en el mercado de acciones. Donna Karan vendió la suya, Calvin Klein también… Fui uno de los primeros en hacerlo, y en ese momento mucha gente me miró en menos porque sintieron que me había “vendido”. Yo siento que tener talento para la moda y los negocios es un regalo de Dios.

–¿Y en eso has sido afortunado?
–Sí, pero no se trata sólo de suerte. Yo crecí en forma muy, muy modesta. Eramos ocho hermanos, y todos estábamos obligados a trabajar. No teníamos muchas cosas materiales y, sin duda, nuestra vida no era como la que llevo yo ahora.

–¿Siempre soñaste con esta vida?
–Cuando tenía 11 años trabajaba como repartidor de periódicos. Todas las mañanas salía en bicicleta con dos enormes bolsas llenas de periódicos y los repartía en los barrios ricos de mi ciudad. Ahí las casas eran enormes, tenían piscinas, y las mucamas abrían la puerta para recibir el diario. Yo siempre veía esas imágenes y decía “así es como quiero vivir”. Y siempre supe que ese sueño se haría realidad.

–¿Cuándo te diste cuenta que tus sueños se habían cumplido?
–Es que no se han cumplido totalmente…, siempre estoy pensando en lo que viene hacia adelante. Pero es verdad, me siento exitoso y me encanta mi vida. Tengo una familia maravillosa, mis negocios están bien cuidados, y si quiero trabajar, trabajo, y si no quiero, no. Pero deseo seguir más allá. Mira a Giorgio Armani; tiene 70 años y sigue trabajando.

–¿Te molesta envejecer?
–Tengo 55 años, pero en mi corazón y mi cabeza tengo 17 o, a lo más, 21. Nunca tengo 55. Mi energía y mi cerebro no me lo permiten. Hago yoga, pilates, jogging, y como saludable. Tengo mi compañía discográfica, otra de cine, bienes raíces…


–Un magnate…
–No me siento un magnate –dice sonriendo–. Me siento un hombre ocupado.

–¿Cómo te mantienes en contacto con el mundo real? Viviendo como tú, no debe ser difícil aislarse…
–Muy fácil. La semana pasada estuve en Mustique; la anterior en los Hamptons, y antes de eso en Saint Tropez, el Festival de Cannes y Beverly Hills. Y a donde voy, siempre llevo mi radar y observo lo que sucede. Sé perfectamente lo que está pasando en clubes, restaurantes, música, ropa, gente. Me reúno constantemente con decoradores, arquitectos, músicos, artistas… Estoy un día con Bono y Elton John en Montecarlo, y al día siguiente con un director independiente en Cannes. Luego voy a un yate con Jay-Z y P. Diddy…

–¿Cómo descubriste Mustique?
–Yo iba mucho a St. Barts, pero de pronto ese lugar comenzó a parecerme demasiado comercial. Estaba lleno de gente, de restaurantes, de tráfico…, sentí que ya no era un lugar de vacaciones. Unos amigos me hablaron de Mustique, fui a visitarla, arrendé una casa y me enamoré.

–¿Qué tipo de vida llevas ahí?
–Entre la Navidad y el Año Nuevo hay fiestas todas las noches. Mick Jagger vive a mi lado y Bryan Adams al otro, y nuestros niños siempre juegan en la playa. Es una vida muy relajada. Pero si quieres quedarte en la casa sin hacer nada, también puedes hacerlo. No tienes que usar zapatos ni pantalones. Te despiertas en traje de baño y sigues igual hasta la noche.

–¿Cuánto tiempo te quedas?
–Voy cinco veces al año, diez días cada vez. Mi problema es que no tengo suficiente tiempo para hacer todo lo que quiero. Entre otras cosas, quiero comprar más propiedades, así tendré una gran experiencia cuando haga mi hotel...

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home