Thursday, January 8, 2009

Bruce Steele, Editor Jefe de "The Advocate"


La noche del 27 de junio de 1969, en una redada que por entonces era cosa de todos los días, la policía ingresó a “Stonewall”, un bar gay del West Village, y desalojó a todos los presentes. Pero en esa ocasión una chispa de indignación encendió los ánimos de los desalojados que, cansados de abusos y persecuciones, comenzaron una revuelta legendaria que terminó con los vidrios del bar destrozados, parquímetros arrancados de cuajo, gritos en la calle y con los policías aterrados, defendiéndose de la ira de los mismos homosexuales y “drag queens” que hasta entonces habían sido sus víctimas. Ese fue el nacimiento oficial del movimiento gay en Estados Unidos, pero dos años antes, en 1967, el nacimiento de la revista “The Advocate” había marcado, en forma mucho más moderada, el inicio de una larga lucha que dura hasta hoy.

“The Advocate”, a diferencia otras publicaciones gays, no dedica sus páginas a promover la belleza masculina, revelar los secretos para unas perfectas vacaciones en Ibiza o Mykonos, o sugerir el perfecto traje de baño para la nueva temporada de verano. Esta es una revista noticiosa, que cubre política, salud, cultura, sociedad o espectáculos igual como lo haría “Time” o “Newsweek”, con la diferencia que lo hace desde una perspectiva homosexual. “No adoptamos puntos de vista de izquierdas o derechas. La única posición que nos identifica es que estamos a favor de la igualdad para la comunidad gay”, explica Bruce Steele, un periodista de 45 años, egresado de la Universidad de Columbia y ex editor de la revista “Out”, que desde hace poco más de dos años es su director. La tarea es agotadora, especialmente bajo la administración del Presidente Bush. Buscando satisfacer a la “derecha cristiana” –el sector más conservador del país–, Bush se lanzó en picada contra la mayor ambición gay –el matrimonio homosexual–, sugiriendo una enmienda constitucional que determinara que el matrimonio estaba reservado sólo para las relaciones entre hombre y mujer. Aunque la idea fue rechazada, dejó irremediablemente enfrentados a conservadores y gays.
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El asunto tocó de cerca a Steele, que en febrero de 2004 se casó con su pareja desde hace 18 años, Christopher, un director de animación de Los Angeles. Su matrimonio, igual que miles celebrados en San Francisco por esos días, fue posteriormente declarado nulo.

A veces pareciera que cada triunfo del movimiento gay viene acompañado de una derrota. Cuando Bill Clinton, por ejemplo, decidió promover la participación de homosexuales en el Ejército, las aguas políticas se hicieron tan turbias que terminó firmando la controvertida norma “don’t ask, don’t tell” (no preguntes, no digas), que impide a los oficiales preguntar la orientación sexual de los soldados. Mientras muchas empresas ofrecen beneficios a las parejas homosexuales, Microsoft anunció a comienzos de 2005 que terminaría con esa práctica. Y así, un paso adelante, uno atrás durante años.

Steele, sin embargo, parece optimista y así lo demuestra la última edición de su revista, que lleva en su portada el título: “Los líderes gays del futuro”, seis jóvenes que, según la revista, están destinados a transformar la cultura gay.


–¿Cuáles son los temas que hoy más preocupan a la comunidad gay?
–En Estados Unidos, el principal tema de preocupación son los continuos esfuerzos de la derecha cristiana para impedir cualquier cosa que se acerque a la igualdad, incluyendo matrimonio, el servicio en el Ejército, empleos…

–¿Después de casi 40 años de “Stonewall”, estos temas no deberían estar ya superados?
–La comunidad gay ha avanzado increíblemente en los últimos 40 años. Esa es exactamente la razón por la que estamos siendo atacados por los conservadores de la derecha cristiana, porque la comunidad gay está a punto de conseguir la igualdad que busca y ellos están decididos a que eso no suceda. La pasión que ellos ponen en su lucha contra la gente gay es un reflejo de los logros que hemos alcanzado. Cerca de un tercio de los estados del país tiene leyes contra discriminación por orientación sexual; Massachusetts tiene igualdad matrimonial, y California, Vermont y Connecticut reconocen las relaciones gays en “domestic partnership”. Creo que el triunfo más importante ha sido la decisión de la Corte Suprema en 2003 de terminar con las leyes contra la sodomía. Sin ellas, las relaciones gays ya no son intrínsecamente ilegales, algo que incomoda a la derecha cristiana que, de pronto, no tiene herramientas legales contra la homosexualidad.

–¿Cómo ha cambiado la imagen de los gays y lesbianas en los últimos años?
–Creo que uno de los más grandes avances es la visibilidad que la comunidad gay ha obtenido, y la desaparición de todos los estereotipos. Hace 40 años, la gente y los medios pensaban que los homosexuales eran personas enfermas y miserables. No creo que ése sea el caso actualmente.

–¿Qué sigue faltando, entonces?
–Lo que falta es que una gran parte de los americanos separe sus creencias religiosas de la ley, y que no trate de imponer esas creencias en la vida de otras personas.

–¿La victoria de George W. Bush en la última elección no es un signo de que se va en el camino contrario?
–No estamos en el camino contrario… todavía. Sin embargo, creo que los conservadores de la derecha creen que cuatro años más de George Bush les da la posibilidad de avanzar en su causa, aunque eso no ha sucedido hasta el momento. Hasta ahora, seguimos avanzando y hay victorias.

–¿Estás de acuerdo con que su reelección se debió a los “temas morales”?
–No, George Bush ganó la elección por el tema del terrorismo, por el miedo que sienten muchos, que lo consideran el mejor comandante en jefe que podríamos tener. Creo que hubo una pequeña cantidad de electores que votó por temas morales y a favor de la discriminación, pero no fue eso lo que determinó la elección.

–¿Estás desilusionado de los políticos? Bill Clinton instauró el “don’t ask, don’t tell” en el Ejército, y Bush promovió una enmienda para evitar el matrimonio gay.
–Son dos temas distintos. Bill Clinton apoyó el “don’t ask, don’t tell” porque pensó que eso impediría un daño mayor. Creyó, equivocadamente, que eso permitiría que los gays sirvieran en las Fuerzas Armadas. El Partido Republicano, por su parte, ha usado los derechos homosexuales para vigorizar su base cristiana, y eso es muy desilusionante. Es muy parecido a lo que hicieron ciertos políticos de los años 50 y 60 en el sur de Estados Unidos, cuando usaron la discriminación racial para conseguir votos. Es muy frustrante cuando los políticos usan un grupo de personas para ganar votos de otro sector.

–¿Piensas que las cosas cambiarían bajo una nueva administración? ¿Hillary Clinton o Rudy Giuliani, que es republicano, pero está a favor de los derechos gays?
–La diferencia sería con cualquier otra administración, ya sea demócrata o republicana, que esté más interesada en preocuparse del país y resolver sus problemas que de luchar contra los derechos homosexuales. No creo que cualquiera que sea elegido a estas alturas use la Casa Blanca para promover el avance de los derechos gays, pero sería un progreso si se mantuviera al margen.

–¿Crees que Bush es homofóbico?
–Personalmente, creo que Bush no tiene problemas con la gente gay. Tiene muchos amigos gays, y creo que no los tendría si fuera homofóbico. Lo que sucede es que para él es un tema fácil para ganar adeptos y lo ha usado a través de toda su carrera como una forma de avanzar políticamente.

–En tu última edición tienes a seis líderes gays, diciendo que representan un gran cambio. ¿Cuál es ese cambio?
–El artículo se refiere a personas que no necesariamente serán líderes gays, sino que serán líderes en la sociedad y abiertamente gays. Ese es el gran cambio. La nueva generación, gay y heterosexual, no está tan preocupada de su orientación sexual, sino de sus propias metas, y no va a dejar que el hecho que sean gays, lesbianas o transexuales se interponga en su camino.

Programas como “Queer as folk” y el “talk show” de ellen degeneres –en la foto con portia de rossi– han cambiado el estereotipo acerca del mundo gay.

–¿Están menos definidos por su orientación sexual?
–Exacto. Menos definidos y menos preocupados.

–¿Son también menos políticos?
–Creo que toda la juventud norteamericana está menos politizada. Los gays y lesbianas reflejan muy bien todas las tendencias del resto del país, y la falta de interés en la política es una de ellas. Creo que la forma en cómo se ha realizado la política en los últimos años, ha hecho que muchos simplemente pierdan interés y se sientan desilusionados. Es, claro, una desventaja que la gente que está preparada para luchar por la igualdad homosexual esté tan desconectada de la política, cuando sus oponentes usan todas las herramientas políticas posibles para promover sus ideas.

–¿Qué importancia tiene la cultura pop en la promoción de los derechos gays?
–La cultura pop no influye tanto en los valores sociales como los valores sociales influyen en la cultura pop.

–Eso no es lo que dice la derecha cristiana…
–Bueno, a ellos les gusta pensar que si pueden controlar la cultura pop, pueden controlar las creencias de la gente. Eso es falso. La cultura pop refleja los valores de la sociedad, no al revés.

–¿Crees que programas como “Queer as Folk” o “Will & Grace” afectan la imagen de la comunidad gay?
–Por supuesto. Para personas que no tienen contacto con gays, “Will & Grace” o el show de Ellen DeGeneres les muestra que los estereotipos son falsos. Hay muchas personas que crecen educadas para pensar que los gays son malos o hedonistas, y estos shows les muestran que no es así. “Queer as Folk” es un caso distinto, porque se transmite en cable y sólo lo ven aquellos que están interesados y pagan por verlo.

–Sin embargo, muchos críticos dicen que estos programas confirman estereotipos, mostrando una visión muy limitada del mundo gay…
–Lo mismo sucede con los personajes heterosexuales en la televisión. Todos muestran una visión muy limitada de la heterosexualidad.

–Mencionaste a Ellen DeGeneres. ¿El éxito de su “talk show” demuestra aceptación para una animadora gay o es simple evidencia de que es divertida y talentosa?
–La gente no ve su show porque sea gay, pero nadie mira ningún show porque sus estrellas sean gays o heterosexuales. En la cultura popular, el criterio no pasa por la orientación sexual, sino por lo entretenida o aburrida que sea. Su éxito se debe a que es una gran comediante, y el hecho de que sea gay es incidental. Nunca habla de su lesbianismo en su programa, y no es ése el tema del show. Sin embargo, su talento, su sensibilidad y su personalidad sin duda pasan por su definición sexual.

–¿Qué tan importante te parece que haya más estrellas de Hollywood fuera del clóset?
–No se trata sólo de las estrellas de Hollywood. Hay muy pocos políticos, atletas y profesionales fuera del clóset. La gente necesita ser más abierta en general, y una vez que lo hagan se darán cuenta de lo poco importante que es el tema. Elton John, por ejemplo, está “out” desde hace años, y hoy su sexualidad es lo menos interesante respecto a él.

Cosas, 2005

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